lunes, 3 de febrero de 2014

Creacionismo, Diseño Inteligente , Extraterrestes

Falsas explicaciones del origen del Universo

Copio y pego de otra web


Creacionismo es una doctrina filosófica que asegura que cada cosa existente fue creada por una Inteligencia Superior. Las personas que se adhieren a esta doctrina son llamados creacionistas.

Hace aproximadamente 50 años, nació una rama del creacionismo llamada “Teoría del Diseño inteligente”.

El creacionismo y la teoría del diseño inteligente (ID en Inglés por Intelligent Design), no constituyen un cuerpo homogéneo de pensamiento. Dentro de cualquiera de las dos ideologías, encontramos una amplia diversidad de razonamientos, las siguientes son las más importantes:

Creacionistas y/o ID de la Tierra joven: Son aquellas personas, científicos o no, que creen que la Tierra, y en general el sistema solar y el resto de las estrellas del Universo, fue creada por Dios en seis días y hace no más de 10000 años, aproximadamente.

Ellos basan su cronología en el libro del Génesis (hebreo: Bereshit) mediante la suma de las edades de los personajes bíblicos cuando tuvieron sus primogénitos. Por ejemplo, del libro del Génesis leemos lo siguiente:

5:3 “Y vivió Adán 130 años y engendró un hijo… y llamó a su hijo Set.”
5:6 ”Y vivió Set 135 años y engendró a Enós.”
5:10 “Y vivió Enós 90 años y engendró a Kaimán.”

El recuento continúa, pero hasta el nacimiento de Kaimán, el creacionismo y/o ID de la tierra joven dan una edad a la Tierra de 130 años + 135 años + 90 años = 355 años. Los proponentes del creacionismo y/o ID completan esta suma hasta Abraham; luego recurren al registro arqueológico para obtener el número total de años que ellos interpretan como la edad de la Tierra. De esta manera, para los creacionistas El universo en su totalidad tendría apenas 5770 años.

Esa edad cosmológica, evidentemente, no concuerda con la realidad física de nuestro universo, el cual tiene una edad de aproximadamente 14 mil millones de años.

Aún tomando a la Tierra sola, la cifra creacionista es inverosímil porque la edad real de nuestro planeta es cerca de 4 mil 800 millones de años.

Esto demuestra que el Génesis fue escrito por gente común de este planeta cuyos conocimientos de cosmología eran escasos, de acorde a su época. Obviamente, algo así no pudo ser inspirado por el supuesto creador o diseñador del universo. Si así hubiese sido, él, como conocedor absoluto de su creación, no hubiese inspirado mentiras.

Si un niño dibuja un paisaje y uno le pide una descripción de lo que hizo, ese niño nos dará su descripción personal de cada cosa que se encuentra en su dibujo. Pero si uno le pide a otro niño, ajeno a ese dibujo, que te explique cada elemento del dibujo, él nos daría su descripción personal, claro, pero sin saber exactamente lo que el creador del paisaje quiso representar en su dibujo. Lo que es más, el niño ajeno al dibujo trazará anécdotas ficticias sobre la labor del otro niño para tratar de dar una explicación a cada elemento del dibujo. Esto es exactamente lo que le ocurrió a los escribientes del Génesis.

Cuando mostramos estas incongruencias bíblicas a los creacionistas, ellos a menudo responden aduciendo que los mitos escritos en la Biblia se escribieron como metáforas a causa de la ausencia de razonamiento científico en la época cuando la Biblia fue inspirada, no como hechos históricos. Este argumento creacionista no parece ajustarse con la realidad de la literatura bíblica porque que bajo el escrutinio del estilo literario de los relatos contenidos en los cinco libros del pentateuco nos damos cuenta de que los escribientes del pentateuco creían que esos eventos habían sido históricos, nunca creyendo que podía tratarse de parábolas o metáforas, ni siquiera de sentidos figurados.


regunta: "¿Cuál es la Teoría del Diseño Inteligente?"

Respuesta:
La Teoría del Diseño Inteligente dice que “las causas inteligentes son necesarias para explicar la compleja información de las ricas estructuras de la biología y que estas causas son empíricamente detectables.” Ciertas características biológicas desafían la explicación Darwiniana de “coincidencias fortuitas”. Ellas parecen haber sido diseñadas. Puesto que el diseño lógicamente necesita de un diseñador inteligente, la aparición del diseño es citado como evidencia para la existencia de un Diseñador. Hay tres argumentos primarios en la Teoría del Diseño Inteligente: (1) complejidad irreducible, (2) complejidad específica, y (3) el principio antrópico.

(1) La complejidad irreducible es definida como “… un solo sistema, el cual está compuesto por varias partes interactivas bien integradas que contribuyen a la función básica, en donde el retiro de cualquiera de las partes causa que el sistema deje de funcionar con efectividad.” En otras palabras, la vida es comparada con partes interconectadas que descansan una en la otra a fin de resultar útil. La mutación fortuita puede contribuir al desarrollo de una parte nueva, pero no puede contribuir para el desarrollo concurrente de las múltiples partes necesarias para el funcionamiento del sistema. Por ejemplo, el ojo humano es obviamente un sistema muy útil. Sin el globo ocular (el cual es en sí mismo un complejo sistema irreducible), el nervio óptico, y la corteza visual, una mutación fortuita del ojo, sería en realidad contraproducente para la supervivencia de una especie, y por lo tanto sería eliminada a través del proceso de la selección natural. Un ojo no es un sistema útil, a menos que todas sus partes estén presentes y funcionando apropiadamente al mismo tiempo.

(2) La complejidad específica es el concepto de que, puesto que patrones complejos específicos pueden ser encontrados en organismos, alguna forma de guía debe haber actuado para su aparición. El argumento de la complejidad especifica, establece que es imposible que a través de un proceso fortuito puedan desarrollarse estos complejos patrones. Por ejemplo, un cuarto lleno con 100 monos y 100 máquinas de escribir pueden eventualmente producir algunas palabras, o quizá aún hasta una oración, pero jamás producirán una obra Shakesperiana. ¿Y qué tanto más compleja es la vida que una obra de Shakespeare?

(3) El principio antrópico establece que el mundo y el universo están “finamente ajustados” para hacer posible la vida en la tierra. Si la proporción de los elementos en el aire de la tierra fuera alterada en lo más mínimo, muchas especies dejarían de existir rápidamente. Si la tierra estuviera unos pocos kilómetros más cerca o más lejos del sol, muchas especies dejarían de existir. La existencia y el desarrollo de la vida en la tierra requiere de que muchas variables estén perfectamente armonizadas, de manera que sería imposible que todas estas variables llegaran a existir a través de la casualidad o de eventos fortuitos no coordinados.

Mientras que la Teoría del Diseño Inteligente no pretende identificar la fuente de inteligencia (ya sea Dios u OVNIS, etc.) la gran mayoría de los teóricos del Diseño Inteligente, son teístas. Ellos ven la presencia del diseño que trasciende al mundo biológico, como una evidencia de la existencia de Dios. Sin embargo, hay algunos poco ateos que no pueden negar la fuerte evidencia de un diseño, pero que tampoco están dispuestos a reconocer a un Dios Creador. Ellos tienden a interpretar la información, como una evidencia de que la tierra fue sembrada por alguna clase de raza superior o criaturas extraterrestres (alienígenos).

La Teoría del Diseño Inteligente no es Creacionismo Bíblico. Hay una importante diferencia entre las dos posiciones. El Creacionismo Bíblico comienza con una conclusión: que el relato bíblico de la creación es confiable y correcto; que la vida en la Tierra fue diseñada por un Agente Inteligente (Dios). Entonces ellos buscan evidencias de una esfera natural para respaldar esta conclusión. Los teóricos del Diseño Inteligente comienzan con una esfera natural y alcanzan su conclusión subsecuentemente: que la vida en la Tierra fue diseñada por un Agente Inteligente (quienquiera que éste sea).

Leer más:http://www.gotquestions.org/Espanol/diseno-inteligente.html#ixzz2sILqbVjp

POR QUÉ LOS EXTRATERRESTRES SE NOS PARECEN
La pregunta sobre por qué los seres extraterrestres habrían de pensar y actuar de manera semejante al hombre está mal formulada ERICH VON DANIKEN
Dr. h.c. ERICH VON DÄNIKEN
Suiza
www.daniken.com
 

En ocasiones parece que todos los enemigos de la Teoría del Antiguo Astronauta se hubieran unido cual conjuradores para ponerse de acuerdo sobre un argumento básico irrefutable: “Los extraterrestres nunca fueron semejantes a los humanos.

Esta objeción se me ha hecho una y otra vez en discusiones públicas, en innumerables cartas, e incluso aparece en publicaciones científicas.

Como fuente de dichas argumentaciones se recurre siempre, en el ámbito de habla germana, al nombre de Hoimar von Ditfurth. Los polacos citan a Stanislav Lem, y los norteamericanos se remiten a Carl Sagan. Pero el argumento es en todos los casos el mismo:

a)  La vida en la Tierra es una casualidad única. Los átomos forman moléculas y   macromoléculas. En una infinita carrera de fenómenos casuales, y de interacciones físicas, surgió de esta forma el ADN y, finalmente, la célula.

b)  La célula, como la unidad viva más pequeña, es la base de la evolución biológica. Todo lo demás es mutación y selección.

c)  Puesto que este proceso sólo ha podido tener lugar en nuestro planeta – ya que sólo aquí existen condiciones “terrenales” - , las formas de vida extraterrestres tienen que tener una constitución completamente diferente a causa de su estructura molecular básica.

d)  Resulta totalmente absurda la suposición de que la vida extraterrestre pueda pensar y actuar de manera semejante a la humana.


Esta doctrina de Ditfurth no es en realidad moderna, sino más bien anticuada. Es cierto que muchos científicos – incluso el premio Nobel alemán Manfred Eigen – afirman que la vida surgió por azar, pero al mismo tiempo la élite científica es plenamente consciente de que esa afirmación es imposible. Porque resulta que el “azar” nada tiene que ver con la ciencia exacta. Así, el mismo Manfred Eigen (en su libro “El juego”) relativiza la cadena de casualidades con lo milagro:

La fracción de estructuras proteicas que puede haber sido creada en el conjunto de la historia de nuestro planeta es efectivamente tan minúscula, que la existencia de moléculas de enzimas eficientes linda en lo milagroso.

Y el mundialmente famoso astrónomo británico Sir Bernard Novell atestigua en su libro “In the Centre of Immensities”:

La probabilidad de tal acontecimiento casual conducente a la formación de la molécula proteica más elemental es inimaginablemente reducida. Bajo las condiciones liminares del tiempo y del espacio, resulta efectivamente igual a cero.

Contrariamente a la errónea creencia, tan difundida hoy en día y ya alimentada en las escuelas, de que la vida puede ser obtenida en el laboratorio, afirmo rotundamente que ningún experimento jamás realizado en todo el planeta ha sido capaz de crear vida. Se han realizado cientos de miles de experimentos en laboratorio, y a diario se intentan de nuevo. En los llamados experimentos de Miller (nombrados así por el bioquímico Stanley Miller), han podido obtenerse complicadas combinaciones químicas de todo tipo, pero jamás VIDA. En contra de la creación de vida por medio de cadenas de azar y efectos físicos recíprocos, existen dos leyes inquebrantables:
  1. La ley de efectos de masa (no admite la creación de enzimas en el llamado “caldo original”).
  2. Las leyes de la entropía (dado que en el caldo original los procesos químicos son reversibles, según tales leyes debería producirse más “desorden” que “orden”).
Los científicos conocen tales dificultades. Pero se consuelan con la fe – totalmente injustificable – de que en una evolución de miles de millones de años también resulta posible lo imposible. Es como si se metieran cien minúsculos componentes de un reloj de pulsera en una coctelera y luego se procediera a agitarla durante unos miles de millones de años. ¡Jamás el azar logrará obtener de allí un reloj de pulsera!


¿Dónde nos crearon?

En los últimos tiempos algunos cerebros inteligentes buscan alguna salida a esta situación. Así, por ejemplo, en junio de 1980 se celebró en la Universidad Hebrea de Jerusalén un simposio sobre el tema “¿Vino Adán del espacio exterior?”. Y en noviembre de 1980 una reunión de científicos celebrada en la Universidad de Maryland se ocupó de la misma pregunta. En ambas reuniones, los científicos llegaron a la conclusión mayoritaria de que la vida no nació en nuestro planeta.

Pero si la vida no se creó aquí, ¿dónde entonces? ¿Y cómo quedó trasplantada en la Tierra?

Resulta inútil discutir sobre el dónde: en algún lugar del Universo. En cuanto a la segunda pregunta, existen teorías muy interesantes. En una conferencia pronunciada en Londres, el astrofísico británico Sir Fred Hoyle subrayó que ni la inteligencia ni la vida aparecieron en la Tierra.

Según Hoyle, el ser humano constituye la reaparición de una temprana forma de vida inteligente, que se habría descompuesto en una especie de conjunto por elementos, cuyas partes integrantes habrían quedado distribuidas por todo el espacio del Universo. Dicho juego de componentes habría contenido la totalidad de los elementos biológicos básicos que constituyen la vida tal y como nosotros la conocemos. Cuando este conjunto biológico o molecular llegó a la Tierra, se ensambló de una forma exactamente predeterminada, de manera semejante a como de la semilla de un fruto sólo puede nacer un determinado fruto. El programa final ya está codificado en el juego de componentes.

El premio Nobel Francis Crick, descubridor de la doble hélice del ADN, propugnó en un artículo titulado “Semillas de las estrellas” la opinión de que las naves espaciales resultaban demasiado lentas para colonizar una galaxia:

¿No sería entonces mejor enviar organismos capaces de sobrevivir este largísimo viaje, fácilmente transportables, y que pudieran germinar en un protoocéano? Para tal función, lo más adecuado serían bacterias, pues al ser tan diminutas, podrían ser enviadas en grandes cantidades. Su supervivencia es casi ilimitada incluso a temperaturas muy bajas, y hay una gran posibilidad de que se multiplicaran rápidamente en el “caldo” de un protoocéano. Quizá no sea casualidad que los organismos fósiles más antiguos que hemos descubierto hasta el momento correspondan exactamente a este tipo de vida.

¿Qué tiene que ver todo esto con la pregunta de si los extraterrestres son semejantes a los humanos?

Alguna forma de vida inteligente fue la primera en crearse en el Universo. Y dicha forma de vida envió “bombas de vida” con millones de gérmenes de vida en todas direcciones de la propia galaxia. Muchas de tales “bombas” no alcanzaron ningún objetivo o meta, avanzan de eternidad en eternidad por el espacio o se queman bajo el sol. Otras alcanzan algún planeta apropiado en el que según el principio de la evolución tienen que desarrollarse seres “a su imagen y semejanza”. Todo ello continúa desarrollándose según el principio de la bola de nieve. Infinitamente, imparable.

Dado que tales gérmenes de vida tan sólo pueden germinar en un planeta que disponga de unas premisas parecidas a las que imperan en el planeta de procedencia de la inteligencia originaria, la nueva forma de vida se desarrolla según la vieja ley. Es como si la semilla de un árbol europeo fuera trasladada a Australia. La semilla estaría en tierra extraña, en un continente alejado. A pesar de ello, la semilla dará paso a un árbol igual, con las mismas ramificaciones, las mismas hojas y los mismos frutos que el árbol del cual procede la semilla. Si el entorno australiano fuera inadecuado para dicha semilla, ésta no llegaría a germinar. Es decir: la semilla o bien muere o bien se desarrolla según el programa codificado.

De igual manera ocurriría con las “bombas de vida” y los “gérmenes de vida”. Aquellos gérmenes que llegan a un planeta inadecuado, no idóneo, por ejemplo Júpiter, mueren, no tienen posibilidades de desarrollo. Otros, que llegan a un planeta adecuado, se desarrollan según el mismo programa.

Algunos teóricos, como Hoimar von Ditfurth, olvidan simplemente que el origen de la vida no puede buscarse en nuestro planeta; somos “esquejes” de otro sistema. Puesto que el origen es el mismo, el resultado será semejante.

Esta moderna forma de ver las cosas no excluye naturalmente que en el Universo pululen extrañas formas de vida, que no podamos imaginarnos ni con la más audaz fantasía. Sin embargo, los gérmenes de vida de tales seres no habrían germinado en nuestro planeta, no habrían sido capaces de desarrollarse.


Somos como ellos

¿Y por qué – dirá el crítico – los seres extraterrestres habrían de pensar y actuar de forma parecida a nosotros? En algún momento hace miles de años, alguna tripulación extraterrestre aterrizó en nuestro planeta. De los homínidos ya existentes por entonces, tomaron un ejemplar del que extrajeron una célula, la alteraron genéticamente, y la dejaron desarrollarse en un caldo de cultivo hasta la creación de un huevo. Dicho huevo fue implantado artificialmente en un ejemplar hembra de la misma especie, y esta hembra parió una cría. Como es natural, dicha cría poseía lógicamente todos los caracteres de la especie homínida original, sólo que gracias a la mutación genética artificial adquirió algo adicional que no poseían los padres: inteligencia. Dado que la manipulación genética había sido ejecutada “a imagen y semejanza” de la inteligencia extraterrestre, nos desarrollamos de forma parecida a los seres extraterrestres.

La pregunta: ¿Por qué los extraterrestres piensan de forma parecida como nosotros? está mal formulada. Los extraterrestres no piensan a semejanza de nosotros; somos nosotros quienes pensamos a semejanza de ellos. Al fin y al cabo somos un producto de ellos.

El modelo aquí desarrollado no contradice ni a la Teoría de la Evolución ni a la religión. En los Estados Unidos tiene lugar actualmente una lucha entre “evolucionistas” y “fundamentalistas”. Pero este enfrentamiento no conducirá a nada. Ambos bandos creen estar en posesión plena de la verdad. De hecho, tanto unos como otros sólo poseen media verdad. Si incluyeran el elemento extraterrestre en sus consideraciones, habrían solucionado de golpe todos los enigmas pendientes. El del origen de la vida y de la adquisición de inteligencia, así como el de la tradición religiosa, según la cual “Dios” creó al hombre “a imagen y semejanza” suya.

 

EL AUTOR es escritor. Pionero en la investigación de la hipótesis del antiguo astronauta, ha publicado hasta el presente 27 libros, entre ellos el best seller mundial Chariots of the Gods? (Recuerdos del Futuro). Por sus aportes en el campo de la arqueología, y otras ramas científicas la Universidad del Estado de Bolivia le otorgó el título de Doctor Honoris Causa.




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